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Días.

La luz del atardecer entraba por mi ventana, yo estaba solo sintiéndo la brisa entrar y mientras la cortina se agitaba de repente el cielo se había tornado azul oscuro. Decidí leer un poco y sentí caliente en el pecho, una sensación de añoranza y tranquilidad que me hizo sonreír. Ya es de noche, el día corre para terminarse y yo siento calientito adentro del pecho. Mi mente deambula entre pensamientos que me hacen seguir sonriendo. Un día estaba corriendo para esconderme de mis amigos y no ser atrapada, reía hasta terminar sin aire y en ese momento nos sentábamos en el anden a mirar las estrellas. Eramos felices. Ayer vi las estrellas. Aún sigo sonriendo.

Amor a la vida.

Sueño... Viajo en sueños... quiero viajar a mi mundo ideal. Sola, he de viajar sola porque ya no creo en ti. Vida, has hecho de tu vida lo mejor posible, tienes lo que necesitas tienes tu propio amor. Eres tan valiosa como el aire. Vida, eres tan valiosa como la vida misma. Vuela, vuela y alcanza las estrellas una vez más. No ves, que no ves que estoy en un estado de concientización de saber lo valiosa que soy. Como el aire, tu amor, mi amor nunca se agotará.

Estoy bien.

Su voz decía que dejara de llorar. Me senté al borde del anden hasta que deje de sentir el aire, me vi reflejada en un charco y mis ojos habían perdido su brillo, aunque lloraba ellos no brillaban, entonces me asusté y al levantarme estaba sola. Solo quise ser abrazada por el aire, pero fue mucho más lindo que eso. El calor empezó a brotar por todo mi cuerpo, me sequé las mejillas y empecé a caminar. Aún no ha pasado tanto y aún camino, no sigo ningún camino y aunque de repente vuelven a caer lagrimas de mis ojos, siento que brillan. No necesito ver mi reflejo, los siento brillar. Este brillo se mezcla con el calor, y las lagrimas tienen sonido. Y mi cabeza a veces se aturde por cada mentira bien dicha. Pero está bien. Estoy bien.